Pablo Alborán pone a bailar al Velódromo [Reseña]

 
 Reseña por Marina Moreno, Fan Club Oficial Pablo Alborán España (@FCOPabloAlboran)
Fotos por Arizmendi / Diario Vasco


Faltaban pocos minutos para las 21:30h, cuando de repente las luces se apagaron y la bandera de Terral que ondeaba en las pantallas del escenario dio paso a imágenes del desierto de Mojave, lugar dónde empezó la aventura de la grabación de Terral, en Los Ángeles, Estados Unidos; y, con él, aparecía la gran banda que acompaña a Pablo Alborán formada por Porty, Antonio, Lolo, Jorge, Adrián y Carlos. En ese momento era inevitable sacar una sonrisa de oreja a oreja, que se te pusiera la piel de gallina y que se te aguaran los ojos mientras que con la boca abierta disfrutabas de la espectacular introducción del concierto y de la maravillosa puesta en escena. 

Pablo aparecía por el fondo del escenario con micrófono en mano, vaqueros y camiseta blanca, haciendo gritar a todo el Velódromo de emoción al verle por fin encima del escenario. No faltaron desde el primer segundo los gestos de cariño con las personas que ocupaban las primeras filas y que cantaban las letras como si fueran sus propias historias. El concierto empezaba con mucho ritmo con Está Permitido, La Escalera y Pasos de Cero, haciendo bailar a todo el público; y ellos, disfrutaban y se reían mientras hacían sus pasos de baile previamente ensayados, con un arte digno de cada uno de ellos.

De pronto, el Velódromo se quedaba a oscuras y aparecía un piano de cola en medio del escenario y, con él, llega uno de los momentos más emotivos del concierto. Seguro que más de uno internamente pensó Ay, Dios mío, que viene Recuérdame; sí, esa canción que ha robado el corazón a todo el mundo. Pablo se sentó en el piano y solo con la primera nota el público quedó en silencio mientras empezaba a sonar Ecos y la magia se apoderaba de todos en ese momento. Si ver a Pablo cantar con su guitarra es especial, verle sentado en ese piano cantando es fabuloso, un auténtico regalo para los oídos de cualquier persona que realmente siente como si el mundo se detuviera para dejarle disfrutar de un momento tan único. Cuando todavía no te has recuperado de sentir como Ecos se apodera de ti, llega el turno de Recuérdame; y ahí, los que tenían la lagrimilla a punto de salir, dan rienda suelta a la emoción de ver cómo Pablo se desgarra cantando una canción tan bonita; porque ¿a quién no le ha pasado que ha querido tanto a alguien, que no puede vivir sin que esa persona se acuerde de ella, aunque ya no forme parte de su vida?

Después de la emoción del piano, el concierto volvía a la parte más rítmica con Quimera y Un buen Amor. Ahí, Pablo sacaba su lado más picarón y sensual. Con estas dos canciones con ritmos más latinos y con la ayuda de Carlos y su trompeta, una de las novedades de esta gira, parecía que nos teletransportábamos a algún lugar boricua para desmelenarnos y ponernos a bailar descalzos en la arena. El momento en el que Carlos hacía un solo y Pablo se ponía a bailar delante sintiendo la música fue genial. Quién nos iba a decir hace unos años que le veríamos bailar así de bien o provocar al público con sus suspiros y el te voy a morder, me vas a morder..., mientras nos recuerda que no hay medida en nuestra forma de querer y que hay que quererse, pero quererse bien.

Tras estos dos temas, el concierto volvía a dar un nuevo giro. Venía otro momento especial en el que se juntaban tres canciones llenas de sentimiento como son Desencuentro, Volvería y Quién. Cuando estaba preparando la gira, Pablo decía que tenía que llevarse las canciones de los otros discos a este nuevo sonido; y es que la brisa de Terral es mucha brisa y la prueba es que si pensábamos que Desencuentro o Quién no podían ser más bonitas de lo que ya lo eran, nos equivocábamos. ¡En este nuevo sonido son sensacionales! La forma en la que te envuelven junto con Pablo en pantalla grande, permitiendo así ver desde cualquier punto del recinto la forma tan especial con la que canta estas dos canciones, es algo que te deja sin saber qué decir y solo logras sacar un suspiro profundo de decir cuánto talento tiene.


El concierto llegaba al ecuador y ya vas haciendo balance de cómo te lo estás pasando y que no quieres que se acabe. Pablo estaba feliz; se le veía en el brillo de los ojos y en los saltos que iba haciendo por el escenario cada vez que acababa la canción al final de éste y tenía que ir de nuevo delante para seguir cantándonos. El show seguía con Caramelo, El Olvido y Miedo, otra de las canciones que llevadas al sonido Terral es una delicia. En El Olvido, Pablo sorprendía a todos con un cajón flamenco retando a Carlos, que también se sentaba en su cajón, y dejaban a todo el mundo asombrado mientras se escuchan los gritos de ¡Oleeee, qué arte! ¡Si es que este hombre vale para todo! 

Muchas personas gustan más de Pablo en acústico; con su guitarra. Y en esta gira no podía faltar ese momento en el que junto a Lolo, Antonio y Porty nos deleitara con El Beso, Perdóname, Ahogándome tu Adiós y Te he Echado de Menos, haciendo una especial mención a esta canción que tan bonitas sensaciones despierta en todos cuando la cantamos, porque es una forma de decir que aún no se ha ido y ya le echamos de menos, como una promesa de volverse a ver en un extraño salón tan nuestro. Y es que es inevitable extrañarlo; si el verle es la mejor forma de desconectar y olvidarse del mundo.

Siguiendo con el momento romántico, llegaban Dónde Está El Amor y Tanto; dos de las canciones más importantes del disco anterior y que se convirtieron en himno de muchas historias de amor y momentos inolvidables en conciertos anteriores. Probablemente, Tanto sea una de las canciones que Pablo cante con más sentimiento, y es que aunque no se compusiera con esa intención, la letra tiene mucho de esta relación tan especial que existe entre él y la familia alboranista.

Tras estas canciones más íntimas, toca de nuevo un giro de 180 grados con la llegada de dos de las canciones que más disfruta la gente: Éxtasis y Volver a Empezar. Todos saben la liberación de adrenalina y la subida de decibelios que provocan estas canciones y más en esta gira, dónde la puesta en escena acompaña al momento subidón que entra cuando, por ejemplo, en Éxtasis salen unas llamaradas gigantes en las pantallas, combinadas con la letra. El caso de Volver a Empezar es una fiesta para liberarse de todo lo malo con cada puñado de confeti que se tira y el contigo que se grita a pleno pulmón cuando Pablo dice contigo o sin ti, mientras se ríe al ver que disfrutamos como niños pequeños tirando confeti.


De pronto vuelve a quedarse el Velódromo a oscuras y, mientras intentabas quitarte el confeti de encima, Pablo aparecía en el centro del escenario sentado con su guitarra, solo y con una sonrisa. Contaba que así es como le conocimos, sentado con su guitarra contando historias allí dónde querían escucharle y ahora, después de cinco años llena recintos de miles de personas. Mientras nos deleitaba con nuestro precioso himno, el público sacaba unos cartelitos que ponían gracias junto a unas manos que formaban un corazón y hacían emocionar a Pablo, que con sus ojos brillosos miraba sonriente lo que estaba viviendo, como si fuera un sueño del que no quiere despertarse nunca.

Juntar Solamente Tú, Por Fin y Gracias en un pack es un coctel de emociones del que es imposible salir sin soltar una lagrimilla; en el que el corazón se te sale cantándole el bendita toda conexión entre tu alma y mi voz. Asimismo, en Gracias es como si en cuatro minutos revivieras cuatro años de momentos tatuados en cada uno de nosotros, siendo los protagonistas de las pantallas al aparecer el público presente en ellas con el alma en la mano diciendo que seguiremos cantando juntos hasta que el mundo se apague.


Después de dos horas de estar en la burbuja de emociones que son los conciertos de Pablo Alborán, éste termina con Despídete y Vívela. En ese momento el buen rollo se apoderaba de todos, haciendo que bailáramos, cantáramos y saltáramos. Con el inicio de Vívela, Pablo se puso a tocar la percusión y en las pantallas aparecieron tres Pablos que se movían al toque de percusión; dejando a todos alucinados. Después, Pablo volvía al frente del escenario para hacer saltar y gritar que la vida es bonita aunque esté del revés, convirtiendo así esta canción en una forma de reivindicar la vida.

En pleno subidón, Pablo se despedía del público dejando que los músicos se lucieran con todo el escenario para ellos solos. Una vez se apagaron las luces y todo terminó, lo que apetecía era dar marcha atrás y volver a las 21.30h de ese día para poder revivir una noche tan memorable como esa; noche en la que la emoción y la ilusión por el inicio de esta nueva aventura hicieron brillar al Velódromo como nunca antes lo había hecho.

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Fotos por Diario Vasco.




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